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Musicoterapia en Bolivia


ENTREVISTA A ANA MICHEL TORRES

Ana Michel Torres, vicepresidenta del Comité Latinoamericano de Musicoterapia, nació en Sucre, Bolivia. Fue además presidenta del último Congreso Latinoamericano celebrado con gran éxito en su ciudad natal. Desde la década de los 80 estudia e investiga, incluyendo un posgrado en Musicoterapia Infantil. Desea expandir la musicoterapia en Bolivia y su aplicación en diferentes áreas de intervención, especialmente en educación y salud. Los acercamos a parte de la historia de Ana Michel marcada por un fuerte vínculo con la música.


Hace más de treinta años la docente María Luisa Arce de William llegaba a Bolivia desde Alemania para impartir conocimientos nuevos sobre el Método Orff. Desde ese momento, Ana Michel puso en práctica algunos aspectos de la musicoterapia junto a ejercicios de relajación, utilizando la expresión corporal como medio de canalización de las emociones y una serie de prácticas novedosas que buscaban llegar más allá de la propia educación musical.
¿Desde cuándo ejerces la musicoterapia?
Aproximadamente hace 14 años. Posteriormente, tuve la suerte de fundar la agrupación GIM (Grupo Impulsor de Musicoterapia en Bolivia) con varios compañeros más en el año 2006, para luego vincularme en un proyecto Boliviano-Sueco. En febrero de ese año llegaron a Sucre musicoterapeutas suecos para intercambiar experiencias. Del mismo modo, visité Estocolmo y Gotemburgo con el grupo para recibir formación. Asistimos como participantes en sus centros de trabajo y realmente este acto de intercambio favoreció en mi formación musicoterapéutica.
En el año 2008, asistí al XII Congreso Mundial de Musicoterapia que se realizó en Buenos Aires, Argentina, llevando con el grupo GIM una ponencia sobre el trabajo de intercambio Boliviano-Sueco. Por primera vez, Bolivia se hacía presente en un evento mundial. Recuerdo que en la ceremonia de inauguración, por casualidad, me senté a lado de Lía Rejane del Brasil y le sorprendió mucho que Bolivia estuviera presente, y me vinculó con el Comité Latinoamericano de Musicoterapia –CLAM- para formar parte como un país más de Latinoamérica. Puedo considerar que en Bolivia nació la actividad desde la integración con el CLAM y posteriormente con la creación de la Asociación Boliviana de Musicoterapia.
Además, asistí como ponente al IV Congreso Latinoamericano de Musicoterapia que se realizó en el año 2010 en Bogotá, Colombia, y fue en esta ocasión que nominaron a Bolivia como sede del siguiente congreso en julio de 2013, y quedé designada como responsable de dicho evento.
¿De qué manera la musicoterapia ha influido en tu vida, en tu forma ser?
Debo contarte que desde muy pequeña me dediqué a la música. Mi formación musical en el piano, canto y dirección coral, me hicieron formar un vínculo muy fuerte con la música. Entonces la musicoterapia me formó desde entonces y sigo creciendo, como madre estimulando a mis hijos desde el vientre materno, en su niñez y ahora en su juventud, por no decir que mi trabajo sigue con mis dos nietos pequeños, dentro del seno familiar. También con mis amigas, colegas y ahora impartiendo conocimiento y prácticas con los estudiantes de la Universidad Pedagógica Mariscal Sucre y estoy segura que esto seguirá por siempre.
¿Cómo es tu trabajo actual?
Soy docente de la carrera de Educación Musical de la Universidad Pedagógica “Mariscal Sucre”, Escuela Superior de Formación de Maestros, soy maestra de Educación Musical, y tengo master en psicomotricidad y estimulación múltiple temprana.
Además de impartir formación musical, utilizo la musicoterapia para la formación de los futuros docentes y su aplicación en la educación inclusiva; para los estudiantes con discapacidades intelectuales, dificultades de aprendizaje como también talento extraordinario, dentro de un nuevo enfoque de la educación socio comunitaria productiva que se aplica en mi país.
Del mismo modo, tengo un espacio particular de mi Centro Musical Vida, que es un centro de estimulación y musicoterapia prenatal, donde acuden mujeres embarazadas que desean recibir los beneficios de la musicoterapia desde el vientre.

¿Por qué te decidiste por la musicoterapia prenatal?
Por compartir experiencias con un hermano mío que es ginecólogo obstetra y por mi inquietud de poder utilizar la música desde la etapa prenatal. Además, muchas amigas me pedía que me dedicara a esta rama de la musicoterapia prenatal. Fue en el XII Congreso Mundial de Musicoterapia realizado en Buenos Aires, donde conocí a Gabriel Federico, musicoterapeuta argentino, que me motivó bastante para llevar adelante este cometido. Más tarde pudimos fundar la Red Latinoamericana de Musicoterapia, estando a mi cargo la representación de Bolivia.
¿Qué beneficios observas?
Muchos, el primero y el más importante es la comunicación temprana con la madre y el vínculo materno fetal que es indisoluble. Los lazos emocionales y afectivos, en esta primera etapa, son de gran beneficio para el futuro ser porque logra una armonía biofísico-emocional.
Los padres cuyos niños/as que recibieron musicoterapia desde el vientre, me cuentan que ellos reconocen las melodías que escucharon desde el vientre, tranquilizándolos, etc. Así como también les organiza los horarios, saben qué música les toca para las diferentes actividades como para el baño, para dormir, para comer.
Tuve la suerte de hacer un seguimiento de mis pacientes desde esta etapa prenatal y después ya como alumnos en la escuela de música. Las madres y padres me comentan que la comunicación con sus hijos es muy buena, su conexión con la música continúa y las canciones que escucharon desde el vientre son reconocidas en el horario habitual que solían escuchar en la estimulación prenatal.
¿Puedes compartir algún momento hermoso que te haya marcado?
El más importante es el vínculo con mis dos hijos, que sin saber que hacía musicoterapia, les estimulé desde el vientre, y ésta es la experiencia más valedera y una prueba real donde la comunicación, el amor y el respeto continúan hasta ahora.
También con mi nieto Matías, que fue estimulado en vientre, a los tres meses contestaba con sonidos guturales a los cantos de sus padres, haciendo notar cierta melodía de respuesta.
Asimismo, una experiencia con una madre adolescente, que después de cinco años, cuando la niña ya estaba en edad escolar: el primer día de clases corrió a darme un beso como si me hubiera conocido antes… Fue muy hermoso.
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Sé que fuiste presidenta del comité organizador del último Congreso Latinoamericano de Musicoterapia celebrado en julio de 2013, ¿cómo lo viviste a nivel personal?
Lo viví muy bien, aunque con mucha inquietud, y muchos nervios. Fue una experiencia maravillosa. Me fijé la meta de organizar un congreso que estuviera a la altura de todos los invitados y las personas que asistieran. Fue de gran emoción vivir tres días de intenso trabajo y emociones. Conocí a mucha gente de toda Latinoamérica, y también de Europa.
Debo agradecer el apoyo de los integrantes de la Asociación de Musicoterapia en Bolivia, Micaela Mendoza, Christina Hagglund, Beatriz Michel, Claudia Jadue, Mary Savatier y muchos más. Agradecer en especial a Teresa Fernández de Cuba, excelente amiga que cooperó en gran medida para el gran éxito que tuvo el congreso. Además, la solidaridad de Patxi del Campo, Óscar Fernández, Diego Schapira, Alina Gullco, Gabriel Federico y muchos más musicoterapeutas.

¿Cuál es la situación actual de la musicoterapia en Bolivia?
Después del impacto positivo que dejó el congreso, se viene trabajando a nivel de redes en todo Bolivia, siendo en Sucre la sede de la Asociación Boliviana de Musicoterapia. Del mismo modo, existen grupos en La Paz, Santa Cruz y Cochabamba.
Está en proceso de planificación la creación de una carrera de musicoterapia a nivel estatal. Espero que las autoridades puedan valorar esta disciplina e incursionar en las diferentes áreas donde se requiere para su servicio.
En tu país que es mayoritariamente indígena con grandes tradiciones ancestrales, ¿en qué punto se acepta, se incorpora o se rechaza la musicoterapia?
En realidad no se acepta ni se rechaza. Estamos viviendo en Bolivia una etapa de rescate de valores ancestrales, del cosmos y la madre tierra, entonces una disciplina nueva todavía cuesta que se asimile en ciertos grupos. Pero estamos viviendo procesos de cambios muy interesantes. Por ejemplo, el trabajo comunitario ha generado una interconexión de la intra e interculturalidad de las 36 naciones que tiene mi Bolivia con su extensa gama de melodías y cantos ancestrales. Todo esto se está integrando a la musicoterapia y ello dio nombre al último Congreso: Música, Naturaleza y Comunidad.

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