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La voz en el embarazo: el canto prenatal


Carla Navarro es musicoterapeuta, Licenciada en Música en la especialidad de violoncello y Facilitadora de Canto Prenatal con mujeres embarazadas y sus parejas en el Proyecto Mami en Afinarte. Es miembro de la Asociación Nacional de Educación Prenatal (ANEP). Además, trabaja en Atención Temprana y con niños en Cuidados Paliativos Pediátricos en la Asociación Porque viven. Cursa el Máster en Investigación en Emoción, Cognición y Salud con acceso al Doctorado en la Universidad Camilo José Cela en Madrid, centrando su línea de investigación en la influencia de la música y en especial de la voz materna en la etapa prenatal, llevándolo a cabo en el Centro de Salud “Los Alpes” con el apoyo de la matrona. Todo un logro en Madrid. Con gran generosidad Carla comparte con Musicoterapia Online su artículo “La voz en el embarazo: el canto prenatal”. Con alegría seguimos transmitiendo el trabajo de musicoterapeutas, muchas veces invisible. Disfruten.


El mundo sonoro intrauterino
Se tiende a pensar que el bebé intrauterino se encuentra sumergido en un mundo de silencio y tranquilidad durante las cuarenta semanas que dura su desarrollo en el interior de la madre. Pero nada más lejos de la realidad: en su mundo sonoro intrauterino, el bebé se encuentra rodeado de un ambiente sonoro rico en estímulos diferentes (el latido del corazón, el sonido de los pulmones, el flujo sanguíneo, los sonidos gástricos, etc.) con diferentes estímulos externos (voces, música, ruidos) que se transmiten a través del cuerpo de su madre y del líquido amniótico (Cogollor y de Rivera, 1983; Federico 2001; Ibarrola, 2011; Jauset, 2010; Maldonado, Sauceda-García y Lartigue, 2008) y que irá progresivamente discriminando gracias al desarrollo del oído en el útero. Este ambiente, rico en estímulos multisensoriales, imprimirá una huella en el desarrollo de la personalidad del bebé que está por nacer (Cogollor y de Rivera, 1983; Federico, 2001).
La audición en el ser humano se pone en funcionamiento cuando una serie de estímulos sonoros llegan a través del sistema auditivo y éste los recoge y se encarga de transformarlos en señales eléctricas para poder transmitirlos al cerebro y que los descifre, buscando una identificación de la fuente sonora, una intensidad, la posición en el espacio, entre otros (Munar, Rosselló, Mas, Morente, y Quetgles, 2002). Además de servirnos como una herramienta de conexión con el mundo que nos rodea, también es un gran aliado en cuanto a detección de peligros se refiere (Betés del Toro, 2000; Curbelo, Pupo y Cepero, 2008; Sánchez, 2004; Sperling, 1978; Weiten, 2006; Willems, 2001).
El oído es el encargado de mantener al individuo en permanente contacto con su entorno, con su cultura, y es una herramienta clave para el desarrollo del lenguaje. Es el único órgano de los sentidos que se encuentra completamente formado antes del nacimiento (Curbelo, Pupo y Cepero, 2008), a diferencia de la vista, el olfato y el tacto. En el oído se encuentran dos importantes funciones: la audición y el equilibrio, estando cada una dirigida por diferentes secciones. El sistema vestibular es quien se ocupa del equilibrio, mientras que el resto del oído es utilizado por la audición (Silverthorn 2009). Este proceso comienza ya en el útero materno, pudiendo el bebé conectarse con el mundo exterior a través de la audición. Según el manual de desarrollo de embriología médica de Sadler (1988), la primera manifestación del desarrollo del oído puede observarse en embriones de 22 días, aproximadamente, en forma de engrosamiento de ectodermo superficial a cada lado del rombencéfalo. A partir de ahí comienzan los aproximadamente 140 días que se necesitan para completar su desarrollo. A partir de la semana 20 de gestación la cóclea alcanza las dimensiones adultas, aunque cuando comienza a funcionar tiene un rendimiento pobre en cuanto a audición, perfeccionándose rápidamente (Munar et. al. (2002). Según Pujol, Lavigne-Rebillard y Uzile (1991) en Munar et. al. (2002) es a esta edad cuando se produce la inervación de las células ciliadas externas y entre la semana 24 y 28, aparecen las primeras sinapsis consideradas maduras. Hay entonces evidencias que nos hacen creer que a partir de la semana 20 de gestación puede ser el momento idóneo para comenzar una estimulación prenatal sonoro-musical y favorecer así nuevas conexiones neuronales en el bebé por nacer.


La voz de la madre: su referencia
La voz no es únicamente el medio por el cual las palabras pueden transmitir información y recibirla, sino que además también muestra aspectos inconscientes de nosotros mismos: como nuestros sentimientos, emociones, personalidad, etc. (Borragán, del Barrio y Gutiérrez, 1999). Podemos decir que la voz es nuestra tarjeta de presentación. La voz además tiene una gran relación con el cuerpo, ya que es indudable que para que se produzca una producción sonoro-vocal, hace falta que intervenga, desde el punto de vista musculoesquelético, todo nuestro organismo (Bustos Sánchez, 2003). La voz es un maravilloso instrumento que siempre llevamos encima, que además de hablar nos permite cantar: expresando de esta manera todo un aspecto emocional interno de la persona, ya que no podemos obviar las connotaciones psicológicas que a través de ella podemos expresar. Esto determina que la voz se vea influenciada por nuestros estados emocionales. Nuestra voz nos delata (Torres Gallardo y Gimeno Pérez, 2008). Pero además la voz no solo la perciben los demás. Cuando hablamos, percibimos nuestra propia voz por dos caminos diferentes: por conducción aérea (a través del oído externo) y por conducción ósea (a través del oído interno). Esto no ocurre así cuando escuchamos a otra persona hablar, que solo percibe el primero. Cuando nos ponemos a cantar, nuestra voz se amplifica y nuestras sensaciones corporales también.
Tenemos que tener en cuenta de que a pesar de que el oído ya está formado desde la semana 20 y conecta al bebé intrauterino con el mundo exterior, el sonido no sólo le llega al bebé por nacer de manera auditiva, sino también en forma de vibraciones y resonancias a través del cuerpo de su madre, mediante esta conducción ósea. De la misma manera que hemos comentado que nosotros mismos percibimos nuestra voz cuando hablamos, y que se amplifican estas sensaciones cuando cantamos, el bebé que se gesta en el interior de la madre también las percibe.
El sonido que el bebé más escucha (a través de la audición) y percibe durante la gestación (a través de vibraciones y resonancias, así como por la estimulación táctil que esto supone) es la voz de su madre (Ibarrola, 2011; Jauset, 2010; Maldonado, Sauceda y Lartigue, 2008), que además de quedar por encima de los ruidos internos, cuándo ésta utiliza la voz cantada (amplificada) según Maldonado, Sauceda y Lartigue (2008) el diafragma hace un movimiento que le produce una estimulación cinética y táctil que hace que note mucho más la voz de su madre. Es, además, fácilmente entendible dada la proximidad de la fuente emisora que tiene el bebé in útero, y la transmisión directa de las vibraciones y resonancias a través de los huesos y tejidos maternos.
Cuando la madre utiliza su voz en su manera amplificada (cantada) los sonidos que ésta emite recorren su cráneo, columna vertebral, principalmente, llevando la vibración hasta el coxis y la pelvis que amplifica más aún las vibraciones y resonancias que llegarán al bebé incluso oscilando por el líquido amniótico (Curbelo, Pupo y Cepero, 2008; Potel, 2011; Tomatis, 2000). Dependiendo de cuál sea la colocación del bebé en su proceso de gestación podrá escuchar o sentir a través de vibraciones en mayor o menor medida. En este sentido, Federico (2001) afirma que si un bebé de 36 semanas de gestación se encuentra en posición cefálica, recibe mayor nivel de vibraciones y resonancias a través de la conducción ósea a través de su madre, que un bebé con la misma edad gestacional y se encuentre posicionado de manera podálica, quien recibirá una mayor influencia de los sonidos intrauterinos y necesitará un mayor nivel de volumen sonoro que el bebé en posición cefálica, para que perciba de manera auditiva los sonidos externos.

La voz materna cobra una importancia significativa para el bebé intrauterino, ya que por un lado es su fuente sonora de referencia (DeCasper y Fifer, 1980; DeCasper y Spence,1986; Ibarrola, 2011; Jauset, 2010; Maldonado, Sauceda y Lartigue, 2008; Whitwell, 1999), y por otro, durante los nueve meses antes de nacer le está imprimiendo la lengua materna sobre la que se va a desarrollar (Blakemore y Frith, 2011). Suzanne Maiello (2011) asegura que el bebé conserva en su memoria reminiscencias prenatales de la cualidad sonora y rítmica después del nacimiento. Según Fridman (1997) a través de la música, los padres dejan una impronta en su futuro hijo antes del nacimiento. Estas afirmaciones coinciden con Whitwell (1999) en cuanto a que lo que el bebé aprende en el útero son los patrones de entonación del sonido y las frecuencias de una lengua de su cultura particular, ya que la emisión sonora es innata y está dada en cada ser biológicamente. De hecho, con sólo unos días de vida, los bebés que escuchan el sonido “a”, abren la boca de la manera que corresponde a este sonido; mientras que si escuchan el sonido “e”, la apertura es diferente (Blakemore y Frith, 2011).
DeCasper y Spence en 1986 ya investigaron sobre la influencia del habla materna durante la etapa prenatal sobre la percepción sonora de los recién nacidos. Los resultados de su estudio evidenciaron que los bebés recién nacidos mostraban mayor atención a los sonidos de la frase que habían escuchado recitada de la voz de su madre durante la etapa prenatal que otras frases que su madre recitaba ya nacidos. Por lo que los sonidos del habla de su madre durante la etapa de audición prenatal pueden influir en las preferencias auditivas postnatales. Si esta impronta que dejan los padres en su bebé intrauterino se realiza a través de la voz cantada ¿Es entonces por lo que los bebés una vez que nacen recuerdan las melodías que escuchaban en el útero materno, así como las canciones que su madre cantaba?
El Canto Prenatal, según el modelo de M.L Aucher
El marco teórico en el que desarrolla el Canto Prenatal, es la Psicofonía de Marie-Louise Aucher (1908-1994). Músico y cantante lírica francesa. Pasó gran parte de su vida dedicada a estudiar las correspondencias sonoras y vibracionales en el cuerpo del ser humano. Y cómo éste se armonizaba a través de ellas, gracias al ser emisor (voz) y el ser receptor (cuerpo). A lo largo de todo el periodo de investigación sonora, descubrió las correspondencias sonoras existentes en el cuerpo (Potel, 2011; Ibarrola, 2012).

El Canto Prenatal surge en el Hospital Phitiviers en 1970, donde junto al obstetra Michel Odent observa los beneficios que la voz tiene en la madre gestante y en el bebé por nacer y lo introduce en sus salas de parto. Aunque previamente ya había comenzado M.L Aucher a ver la influencia que tenía la voz sobre los bebés en mujeres cantantes a las que atendía (Potel, 2011).
En el Canto Prenatal, la voz se utiliza como medio y fin en sí misma (Aucher, 1984; 1987;1997). El cuerpo de la mujer gestante cobra otra dimensión al utilizar diferentes puntos de partida del apoyo del sonido. Esto se refiere al hecho de que la voz no “surge” de la garganta, donde creemos que está, sino que se utilizan diferentes partes del cuerpo, como apoyo al soplo: los pies, los abdominales bajos, la basculación de la pelvis, entre otros. La voz de la madre se utiliza no sólo como una herramienta muy importante de vinculación afectiva prenatal, sino de una forma natural en la cual la madre entra en contacto con su propio cuerpo, con sus necesidades, redescubre su voz… y se prepara física y emocionalmente para el proceso final de la gestación: el parto y nacimiento de su hijo, pero también de ella misma y su pareja, como padres (Aucher, 1984; 1987;1997; Potel, 2011).

Todo este proceso se realiza a través de vocalizaciones específicas que se utilizan dependiendo de qué punto de apoyo se vaya a trabajar, de una manera progresiva y natural, donde la madre va experimentando por sí misma las sensaciones corporales que le produce su voz y la de la persona que acompaña: su padre o pareja. Éste tiene un papel muy importante dentro de estos nueve meses de gestación, ya que a través de la utilización de su voz no solo trabajamos la vinculación afectiva con el bebé que va nacer, sino que además también se produce un cambio importante en lo que a su propia voz se refiere, así como adquiere los mismos conocimientos que le serán muy necesarios en el acompañamiento del parto: utilizando su voz grave con la mamá en el proceso de dilatación, acompañando las contracciones con la voz que actuará como un analgésico natural, por ejemplo (Aucher, 1984; 1987;1997; Potel, 2011).
La boca y el canal del parto están estrechamente relacionados. Ina May Gaskin, en su Ley del Esfínter ya habla de la relación tan estrecha que existe entre el cuello del útero (el cérvix, que funciona como un esfínter) y la boca-mandíbula, que deben estar relajados a la hora del parto, ya que como el resto de esfínteres del cuerpo, no funcionan bien ante el estrés, las presiones o el miedo. En todo el proceso de acompañamiento con el Canto Prenatal, se hace mucho hincapié en la apertura de la boca a través de la “a”, vocal que utilizamos para la apertura corporal. Cuando una mujer abre la boca y vocaliza con la “a” sonidos graves, todo su cuerpo se abre. Esta es la apertura necesaria que debemos proporcionar al bebé intrauterino para abrirle camino al nacimiento. Si por el contrario cerramos la boca, apretamos el cuerpo, lo cerramos: lo bloqueamos. Haciendo muy difícil al bebé intrauterino su proceso de salida. ¿Cómo nacer con tantos impedimentos? De ahí la necesidad de relajación, de apertura y vibración que nos proporcionan las vocalizaciones graves que vamos incorporando a lo largo del proceso de acompañamiento y las mujeres utilizan en el periodo de dilatación y parto.

Los beneficios a nivel físico son:
• Crear espacios corporales a través de la voz.
• Favorecer la conciencia y el conocimiento corporal.
• Trabajar de manera consciente la respiración y su utilización en esta etapa
• Preparar el canal del parto y nacimiento mediante el trabajo de la voz.
A nivel emocional:
• Favorecer el vínculo mamá-pareja-bebé.
• Potenciar la expresión emocional a través de la voz cantada.
• Favorecer el bienestar emocional de la pareja.
Con el bebé intrauterino:
• Comunicar sentimientos y emociones a través de la voz cantada.
• Ofrecer una estimulación táctil y auditiva al bebé por nacer.
• Crear canciones individualizadas para la llegada del bebé.
El repertorio de vocalizaciones que utilizamos a la hora de trabajar en las sesiones de Canto Prenatal es muy específico. Contamos con un amplio colección de ellas, pero seguimos investigando y trabajando en diferentes vocalizaciones que nos puedan ser útiles en este proceso de acompañamiento. Lo mismo ocurre con las canciones del Canto Prenatal. No cualquier canción nos vale para trabajar con ella a este nivel. Existen unos requisitos que deben cumplir a la hora de seleccionar repertorio. En español, todavía lo estamos creando, ya que M.L Aucher así lo hizo con su lengua materna (francés): desarrollando toda una serie de canciones con las que trabajamos diferentes puntos de apoyo en las mujeres, balanceos, etc. En Italia también existe un repertorio específico, ya que además de haber más profesionales que se dedican al Canto Prenatal, el recorrido que lleva allí es mucho más largo. En España tan solo hace un par de años que se introdujo el Canto Prenatal, según el modelo de M.L Aucher. Desde entonces, ya son muchas las parejas que se benefician del Canto Prenatal, viviendo su embarazo y parto de una forma diferente, a través de su voz.
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