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Las artes expresivas y el trabajo con comunidades


LAS ARTES EXPRESIVAS Y EL TRABAJO CON COMUNIDADES

La Terapia de Artes Expresivas (TAE) probablemente es más conocida por su trabajo terapéutico a nivel individual o con pequeños grupos, sean grupos terapéuticos o grupos que asisten a talleres. La TAE, sin embargo, ha estado cada vez más presente en el ámbito comunitario.
La imaginación, como esencia del trabajo de la Terapia de Artes Expresivas, permite que los seres humanos nos pongamos en contacto con nuestra capacidad creadora y de transformación. Esta cualidad la hace particularmente relevante en el ámbito social al favorecer a que las personas volvamos a conectarnos con nuestras propias capacidades para actuar y responder, o rehacer, el mundo en el que vivimos.
Este breve escrito se propone señalar algunos puntos básicos en relación a la mirada que tiene la Terapia de Artes Expresivas en el trabajo con comunidades.
Un punto de partida importante implica el reconocer los propios supuestos que tenemos en relación a algunos conceptos vinculados al campo terapéutico y artístico. Por ejemplo, qué es lo que entendemos por cambio social, por aquello que favorece el bienestar y la salud, lo que es bello, la manera en que se entreteje la cultura, entre otras cosas.
Todas las disciplinas desarrollan una serie de principios que guían su práctica y responden a un tiempo y a un conjunto de construcciones sociales. El ámbito terapéutico, así, también responde a su tiempo en la comprensión de aquello que define lo normal o patológico.
Resulta importante evaluar nuestros propios supuestos al respecto ya que no hacerlo podría implicar, como señala Dan Hocoy (2007), el que podamos perpetuar el orden social en base a nuestros propios valores y presupuestos culturales. Este autor nos recuerda que las estructuras en las que se basa una sociedad responden a relaciones sociales, políticas y económicas, y por lo tanto a determinadas relaciones de poder, que muchas veces se dan por sentadas. Dichas relaciones tienden a privilegiar a un grupo particular de personas en desmedro de otras, a perpetuar disparidades, a generar rupturas en las relaciones y experiencias y a menospreciar la diferencia y la diversidad.
Para Hocoy (2007), este aspecto es especialmente importante en el trabajo de terapeutas de arte ya que la neutralidad política y la pasividad terapéutica solo servirían a las fuerzas omnipresentes de opresión e injusticia. Este autor, siguiendo a James Hillman, nos recuerda que elementos de la sombra de la sociedad se manifiestan en sus instituciones y así también en la mente de los arte terapeutas. Por ello, se hace necesario revisar aquellos aspectos marginalizados de nuestra propia psique para no perpetuar situaciones injustas en nuestro trabajo terapéutico.
La falta de atención a dichos aspectos puede devenir en la organización y desarrollo de programas que dejan de lado la voz, recursos y experiencia de la propia comunidad con la que se trabaja. Como ejemplo de ello podemos citar a Derek Summerfield (1999), quien critica algunos presupuestos que se encuentran detrás de algunos programas para atender situaciones de stress post traumático en zonas afectadas por la guerra en diversas partes del mundo. Summerfield nos dice que estos programas muchas veces no consideran la manera que las propias comunidades tienen de restablecer la salud, favorecer el duelo y hacer uso de encuentros sociales que poco a poco permitan atender el daño o favorezcan la recuperación de la salud. Cuestiona el presupuesto, occidental, de que la atención a las personas que han sido diagnosticadas como personas traumatizadas implica verbalizar y ventilar las experiencias vividas.

Estas reflexiones nos invitan a considerar cuáles son los supuestos que guían nuestra práctica, principalmente en relación a aquellos temas que se encuentran manifiestos en sociedades y culturas latinoamericanas como la discriminación, el racismo, la violencia, la pobreza, la administración y acceso a los sistemas de salud, el lugar de la “medicina alternativa” y su relación con la medicina “oficial”, entre muchos otros. En nuestro propósito de colaborar a que una determinada comunidad fortalezca o recupere su bienestar no podemos asumir que esta comulgue con nuestros presupuestos, ideas y posibles “verdades”.
Por otro lado, debemos reconocer que muchas veces somos vistos como los expertos que llevamos soluciones a la comunidad. Y dentro de esa perspectiva podemos desarrollar programas y actividades que suponemos necesarias para el grupo humano con el que trabajamos sin antes identificar, junto con la comunidad, cuáles son las necesidades que se tienen y cuáles son los recursos con los que cuentan para satisfacerlas. Es más, dentro de esta perspectiva no llegamos a considerar que nuestro trabajo algunas veces no logrará solucionar las dificultades existentes. Muchas veces nos cuesta aceptar que nuestro esfuerzo permitirá (y no hay que tomarlo como “tan solo”) identificar algunas vías para fortalecer aquello que la propia comunidad considera se encuentra frágil, sin que esto signifique una solución o un punto final a las dificultades que se hayan encontrado.
Las artes tienen la posibilidad de favorecer un encuentro. Un encuentro profundo, donde tanto nosotros, terapeutas de arte, como la comunidad traemos nuestra experiencia y conocimiento para juntos hacer algo que permita atender las dificultades existentes. Cada quien con su propia estética, con su propia vivencia de lo bello. Cada quien con su manera de afrontar y de entender la vida, con su propia manera de acercase a la salud, la paz, el conflicto, la enfermedad, entre muchos otros temas.
El trabajo con comunidades, desde la Terapia de Artes Expresivas, requiere que se mantenga una mirada particularmente abierta a las capacidades y recursos de las personas que forman parte de una comunidad o grupo social así como del mismo grupo como conjunto. El resultado podrá ser que la comunidad recupere o fortalezca su propia voz, su capacidad de responder al mundo, que identifique y reconozca sus propios recursos y pueda verse a sí misma con la capacidad suficiente de re-hacer y transformar las condiciones de vida en las que se encuentra.
El rol del terapeuta de artes expresivas será entonces el de conocer a la comunidad con la que va a trabajar. Algunas personas sugieren tener diferentes miradas de la comunidad en relación a la salud (lo normal, lo patológico, las formas de curación, etc.), las artes (las diversas estéticas, el rol de las artes en la comunidad, las celebraciones, las fiestas, la forma en que se enseñan, etc.), la niñez (la crianza, el trato, la educación, la familia, etc.), la espiritualidad (el rol de lo religioso, lo sagrado, los rituales, etc.), entre otros.
No se trata, así, que nosotros impongamos una manera de crear, sino de invitar a las personas a imaginar a través de diferentes maneras de hacer arte llevándolas a cabo. Todo esto implica no ir con un programa previamente armado. Si vamos con ideas preconcebidas o con un plan organizado de antemano, lo que vamos a terminar haciendo es imponer una forma de hacer las cosas en base a lo que suponemos es bueno para las personas con las que vamos a trabajar. Se trata, como dijimos anteriormente, de un encuentro, donde las artes ayudarán a que este se genere y se sostenga.
Nuestra propuesta debe ser entendida como una invitación a crear, donde lo que vaya a surgir es desconocido. Esto implica ir abiertos, sin aferrarse a nada, sin presupuestos. Estar abiertos a la sorpresa, a permitirnos estar en caos para posibilitar la llegada de un orden cuando este deba llegar, sin anticiparnos a su llegada.
Esta disposición se encuentra dentro de lo que Paolo Knill (2005), creador de la Terapia de Artes Expresivas, llama responsabilidad estética. Esta responsabilidad está basada en el profundo involucramiento con lo que puede emerger del proceso creativo. Es decir, ser artistas plenos. Con la sensibilidad despierta y el amor entregado hacia la creación. Es así que con la sensibilidad y el amor hacia lo que se está creando podremos permitir que las artes se manifiesten en su verdadera esencia, sin ideas preconcebidas, no partiendo desde la idea sino desde el hacer.
Nuestro rol implica ingresar a un escenario donde nada está dicho, donde somos incapaces de predecir y controlar lo que vaya a suceder. Dejar de lado nuestro deseo omnipotente de controlar el resultado de las cosas. Esto es “hacer sin hacer”, es estar en diálogo abierto y sincero con las imágenes que vayan surgiendo y atendiéndolas sin dirigirlas rápido y a destiempo hacia lo que uno cree ya posee significado. Es dejar que las imágenes guíen nuestro hacer arte y es saber despedirse de la imagen cuando ésta ha sido alcanzada. Es tener fe en que una sorpresa pueda llegar sin que haya sido imaginada por nadie, ni siquiera por nosotros mismos (Levine, 2011).
Esta manera de crear en el trabajo comunitario va a permitir que las personas, tanto por la experiencia vivida como por la reflexión que de ésta se derive, se puedan reconectar con los recursos que cuentan para atender y enfrentar los problemas existentes. La experiencia artística habrá permitido que se tenga consciencia de algunas posibilidades antes inexploradas y que ahora están a su disposición para trascender sus limitaciones o dificultades.

BIBLIOGRAFIA
  1. Hocoy, Dan. “Art therapy as a Tool for Social Change. A Conceptual Model”, pp. 21 – 39. En: Kaplan, Frances F. (Ed.) Art Therapy and Social Action. Londres: JKP, 2007.

  1. Knill, Paolo J. “Foundations for a Theory of Practice”, pp. 75 – 170. En: Knill, P., Levine, E., Levine, S. K. Principles and Practice of Expressive Arts Therapy. Toward a Therapeutic Aesthetic. Londres: JKP, 2005

  1. Levine, Stephen K. “Art Opens the World: Expressive Arts and Social Action”, pp. 21 – 30. En: Levine, Ellen G. y Levine, Stephen K. (Ed.) Art in Action. Expressive Arts Therapy and Social Change. Londres: JKP,2011.

  1. Summerfield, Derek. “A critique of seven assumptions behind psychological trauma programmes in war-affected areas”, pp. 1449- 1462. En: Social Science & Medicine 48, 1999.

Este artículo ha sido publicado en la Revista Enfoque Humanístico: Número 21 – Septiembre 2012 – Trimestral – http://www.revistaenfoquehumanistico.com
Más información en:
Terapia de Artes Expresivas – TAE Perú -Formación en Maestría, Diplomado, Cursos, Atención, Convenios https://www.facebook.com/TAEPeru

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